“Entrada de los navios de guerra La Castilla y Europa” (1748).
Siguiendo con la lectura de las Memorias del Virrey del Perú José Antonio Manso de Velasco, abordamos a lo que refiere de la “Entrada (al océano Pacífico) de los navios de guerra La Castilla y Europa”, los que debian recalar “de ida y regreso” en las islas del archipiélago de Juan Fernández, para revisarlas en procura de naves enemigas.
Pero antes de entrar de lleno a la información publicada en la Memoria del Virrey, que por su condición es muy escueta, transcribiremos una información de contexto historico, publicada por la investigadora de la PUCV, Dra. Ximena Urbina.
TRANSCRIPCIÓN PARCIAL DE ARTÍCULO DE LA PROFESORA, DOCTORA EN HISTORIA, XIMENA URBINA CARRASCO.
El párrafo que se acompaña, es un extracto del artículo “El Frustrado Fuerte de Tenquehuén en el archipiélago de Los Chonos, 1750: Dimensión chilota de un conflicto Hispano-Británico”, publicado en la Revista Historia (PUC) vbolúmen 47, N° 1, Santiago junio de 2014.
Se recomienda la lectura completa del interesante articulo siguiendo este enlace.
EL LIBRO DE RICHARD WALTER Y LA “NOTICIA” SOBRE LA PATAGONIA INSULAR
Eran años de desconfianzas entre España e Inglaterra. Con motivo de la guerra con Inglaterra, en 1745, desde Madrid se ordenó al virrey del Perú que liberase a los corsarios españoles que hubiese en la Mar del Sur del derecho a la octava parte de las presas que correspondía al infante de la Corona. En su respuesta, el virrey informó que no había corsarios españoles que pudiesen contribuir a la defensa de las costas, ni más defensa que una única fragata, la Esperanza. En el intertanto, en la corte se tuvo noticia desde Londres que se estaba preparando una escuadra inglesa de diecisiete navíos de guerra para pasar a América19, por lo que el rey envió a los navíos Castilla y Europa a defender el Pacífico sur, que zarparon de El Ferrol en octubre de 1747, al mando de Francisco de Orozco. Llegados al Callao, el virrey los hizo salir el 16 de diciembre de 1748, a reconocer “las costas de Chile”, recalando a la ida y al regreso en el archipiélago de Juan Fernández -que había cobrado importancia luego de la estadía en él de la flota de Anson-, disponiendo su regreso al Callao para fines de mayo. Esta era una expedición en obedecimiento de la orden del rey, basada en la suposición de la presencia de la flota inglesa en esos mares, porque el virrey del Perú, informado de los territorios de su jurisdicción, no tenía “el menor recelo de que navío alguno enemigo se haya atrevido a internar a este mar”. Sin hallar novedad alguna, el virrey programó el regreso de la escuadra de orozco a España para octubre de 1749, por la ruta del Cabo de Hornos. Sin embargo, fundado en la noticia de Londres adquirida en 1746, el rey aun no podía descartar que los diecisiete navíos de guerra pasaran a América.
En 1748 salió de la imprenta en Londres la versión autorizada del viaje de George Anson, publicada por el capellán de uno de los barcos, Richard Walter. Para esa fecha, ya circulaban dos libros, cada uno con reediciones, sobre la exitosa expedición, y varios sobre el dramático naufragio del Wager. Pero este era diferente, porque aunque en él también se describían las acciones de la flota en el océano Pacífico, los ataques a los puertos españoles y la vulnerabilidad de varios lugares del reino de Chile por el refugio seguro conseguido en las islas de Juan Fernández, además del naufragio del Wager, el libro contenía dos informaciones alarmantes. La primera de ellas era la estadía durante tres meses, a mediados de 1741, de otro de sus navíos, el Anna, en “la isla de Inche”, en el archipiélago de los Chonos, lo que hasta entonces se desconocía en España y en Chiloé. Luego del cruce del Cabo de Hornos y su avance hacia el norte de la costa patagónica, un temporal había lanzado el barco a tierra, pero en vez de estrellarse contra las rocas, como el Wager, encontró refugio en un surgidero, donde estuvo reponiéndose de los males de la navegación desde el 18 de mayo hasta agosto de 1741, cuando logró reunirse en Juan Fernández con el resto de la flota. Además, su tripulación había sido abastecida de alimentos por los indígenas locales.
De estos navios compartimos el registro del Blog “Todo Avante”